Palomas urbanas: plaga de ciudad

Los últimos estudios sobre riesgo sanitario han dado resultados reveladores sobre la Columba Livia, o más comúnmente conocidas como palomas urbanas. Resulta que esta ave pacífica e inocente se ha convertido en un problema de salubridad para las ciudades modernas.
Y es que, a tenor de los últimos resultados, este tipo de aves se han convertido en superpoblaciones difíciles de controlar, que suponen un elevado coste por su actividad y un riesgo potencial para la salud pública.

Ya hablamos largo y tendido sobre los efectos que estas aves tenían en las ciudades. Las palomas estropean la vegetación urbana en busca de alimento, el peso de sus nidos afectan la estructura de edificios y monumentos históricos; y sus depósitos son vectores para más de treinta enfermedades transmisibles a los seres humanos (y otras diez a animales domésticos).

Al no actuar en el control de plagas de palomas, los factores de riesgo asociadas a esta ave crecen exponencialmente. Por eso, ciudades como Madrid, Cádiz o Barcelona están implementando métodos de control y fumigación de palomas.

Los estudios sobre el control de palomas realizados en el Área de Medio Ambiente de Cádiz revelan, por ejemplo, la presencia de diversos agentes transmisores de enfermedades como el hongo C. Albicans (responsable de la candidiasis), la Salmonella spp, la bacteria Coxiella Burnetii (causante de la fiebre Q), y multitud de otros parásitos externos como piojos, pulgas o garrapatas.

Las empresas especializadas en el control de plagas atacan mediante la prevención de asentamientos y anidamiento de la paloma. Los sistemas más utilizados suelen ser sistemas con componentes químicos (repelentes, aerosoles) y sistemas físicos (redes, alambres). Para entornos abiertos se han probado sistemas de ultrasonido e incluso, en algunos casos, entrenamiento efectivo de aves rapaces.

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