Control de plagas agudas y cambio climático
El control de plagas agudas por el cambio climático está tomando un nuevo tono. A medida que avanzan las consecuencias funestas del cambio climático, con subida de temperaturas y sequías prolongadas, las plagas se agudizan y son más difíciles de erradicar.
Los bosques y el control de plagas agudas
Los bosques se han demostrado como uno de los indicadores del cambio climático en el planeta. De hecho, la Red Europea de Daños en los Bosques con sus últimos datos son los peores en 30 años y demuestran un proceso de decrecimiento preocupante. Esta red realiza un seguimiento a gran escala del estado de salud y vitalidad de los bosques, que cubre toda Europa mediante 7.500 puntos de control. Fue constituida en 1986 de un modo sistemático y en ella se lleva a cabo con periodicidad anual el análisis del estado de salud del arbolado y de los principales factores que actúan negativamente sobre el mismo mediante la evaluación de parámetros rutinarios como la pérdida de follaje del arbolado (defoliación), la determinación de agentes causantes de daños en los árboles, el nivel de fructificación, etc.
¿Y qué tiene que ver los bosques con el control de plagas agudas? Pues que el calentamiento global trae consigo patógenos más fuertes y variados atacando a un arbolado más debilitado como pasó en 2018 cuando se detectó una plaga virulenta de hongos en Euskadi, la expansión de la polilla del boj o la alerta ante la proximidad del letal gusano invasor del pino.
Los bosques españoles empeoran su estado acuciados por una combinación letal de sequía y ataque de plagas exacerbada por el cambio climático. Los datos muestran que más de un cuarto de los árboles están dañados (con pérdida de hojas superiores al 25%) al tiempo que los recuentos indican que las dos principales causas de daño forestal son la falta de agua y los insectos. Ambas recrudecidas por el aumento global y acelerado de la temperatura.
¿Cómo realizar un control de plagas aguda eficaz?
El Gobierno vasco calculó en otoño pasado que uno de cada tres pinos afectados por este ataque fúngico debería talarse. El control de plagas agudas reciben los nombres de banda roja y banda marrón por cómo dejan los pinares. En Cataluña, la polilla china devora los bojedales tras pasar por Galicia en 2014 y expandirse por la cornisa cantábrica y el norte peninsular. En mayo pasado, se detectó el gusano del pino con gran poder mortífero proveniente de Norteamérica. Todas estas plagas invasoras se combinan con unas condiciones climáticas favorables para su proliferación. Además, uno de los controles más efectivos para este tipo de plagas es el invierno. Y es que sin frío proliferan los atacantes. Muchas especies pueden completar varios ciclos reproductivos sin el freno de un invierno más frío. La procesionaria del pino por ejemplo, sin un invierno que la frene, tiene a su alcance más arbolado del que poder alimentarse.
La cuestión es que el calentamiento que experimenta la Tierra se está produciendo a un ritmo nunca visto lo que impide a las especies adaptarse a las nuevas condiciones. El Ministerio de Transición Ecológica en sus conclusiones indica que el estado general del arbolado experimenta un proceso claro de decaimiento, disminuyendo el número de árboles sanos y aumentando el de dañados.
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